Nikola Tesla (Imperio austrohúngaro, actual Croacia, 10 de julio de 1856 – Nueva York, 7 de enero de 1943) quizá no fuera el más prolífico o el más multidisciplinar de los grandes inventores identificados, como tampoco el más reconocido, desde luego, pero es posible afirmar que sin las soluciones del genial científico croata nuestra forma de vida actual, cuya gran mayoría de comodidades funciona gracias a la electricidad, no existiría.
El motor de corriente alterna, el microscopio electrónico, el submarino eléctrico, los rayos X, los principios del radar, el control remoto, la transferencia inalámbrica de audio y vídeo, o la radio, son sólo algunas de las aportaciones que Tesla dejó para hacer más sencilla la vida de las personas. Y tal intención fue el principio que iluminó desde el comienzo de su carrera toda su creatividad: frente a la explotación comercial de las necesidades humanas por parte de personalidades oscuras como Thomas Alva Edison o George Westinghouse (ambos secundarios de lujo en la vida de Nikola Tesla), el inventor croata rechazó hacer negocio de sus creaciones, invirtiendo cuanto obtenía por sus patentes (que era poco) en poner en marcha nuevas soluciones, cada cual más ambiciosa. Su obra colosal : la Torre Wanderclyffe, una construcción de más de 50 metros de altura a modo de antena para la transmisión inalámbrica de energía.
La Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid acogió en 2008 la exposición ‘Nikola Tesla. El hombre que iluminó el mundo’, establecida durante los meses de octubre a diciembre en la Sala de la Máquina, el espacio emblemático de la escuela.
Desde el pasado 25 de enero, y hasta el 29 de marzo, la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales ofrece un interesante recorrido por su obra en ‘El Maravilloso Mundo de la Electricidad de Nicola Tesla’. La inauguración, que tuvo lugar el pasado 25 de enero contó con la conferencia magistral de D. Vladimir Jelenkovic, Director del Museo de Nikola Tesla de Belgrado.